sábado, 4 de agosto de 2007

El último que apague la luz

Y hoy se fue el mate.

He revisado las alacenas y los cajones, y nada. No está. Se fue, apenas algunas semanas después de la cafetera, sin decir adiós, sin tristes despedidas, sin solemnidades, sin más. Tal vez, cansado de la polémica entre los materos olvidadizos y su jefe, decidió jubilarse anticipadamente y dejar de prestar servicios al Paraíso Travellers. O tal vez se sintió sofocado por el penetrante olor a insecticida, que poco a poco empezaba a meterse en su madera porosa. Tan bien se llevaba con las pequeñas cucarachas que por las noches solían jugar al skate en sus paredes curvas... O, quién sabe, quizás haya recibido una llamada desde el exilio, una inconfundible voz metálica, al otro lado del teléfono, invitándolo a huir juntos, a vivir un amor de película, lejos de la loca urbe.

Lo que parece cierto es que el mate se ha ido. No ha sido difícil reemplazarlo, una taza blanca para capuccinos ha ocupado su puesto. Pero extraño su silueta, la base firme, la cintura estrecha, la boca abierta y dispuesta a todo. Hasta la bombilla se ve triste, como si extrañara su calor de árbol. Desde ahora, mis manos esperarán. Todo mi yo está esperando, con impaciencia, pero suspendido. ¿Qué sentido tiene esta espera?. Tranquilo, detalle y perspectiva.


Yiniyán

3 comentarios:

FeroH dijo...

:'(






Qué tistemente poético y real es ese texto ! ! !

spooky buk dijo...

69, eu não tomo mate
ainda assim, fiquei tão sensibilizado pela sua história, que vou lavar uma cabaça SUJA e CHEIA DE ERVA que encontrei agora na recepção do Downtown

Eu não quero ser criança, e tal, mas, aqui tem duas


:P

El loco manzanar dijo...

yo creo que fue Ema.

La secuestró como medio de presión para recuperar la cafetera.
Ojalá no le de sindrome de Estocolmo...(cara de miedo)

Djinn